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Muere George A. Romero, el padre del cine de zombis

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Fuente: El País

En los años sesenta, un grupo de cineastas dinamitó las convenciones del cine de terror, aprovechando el cambio social en cuanto a la violencia y al obscenidad permitida. Algunos lo hicieron desde dentro de Hollywood, como Roman Polanksi, Brian de Palma o William Friedkin. Otros crearon sus productos desde fuera de las majors, pero atrajeron al público de igual manera: por esa rendija comercial se colaron John Carpenter, Wes Craven, Tobe Hooper, David Cronenberg y George A. Romero, que falleció ayer domingo en Los Ángeles a los 77 años. Romero es para los aficionados el creador del moderno cine de zombis gracias a su precursora La noche de los muertos vivientes, rodada en blanco y negro con poco más de 100.000 euros en 1968. Según su socio Peter Grunwald, Romero falleció por culpa de un cáncer de pulmón, que le ha devorado de manera muy agresiva, en compañía de su esposa Suzanne Desrocher Romero y su hija Tina Romero, mientras escuchaba la banda sonora de la película El hombre tranquilo.

Hooper, Carpenter y Romero demostraron que para asustar a la audiencia no había que contar con grandes presupuestos. Romero era un apasionado del cine desde crío, en su Bronx natal. Nacido en una familia de clase media descendiente de cubanos y lituanos, George Andrew Romero ya rodaba de crío películas en 8 milímetros, aunque en aquel momento el terror no entraba en su afición. Tras graduarse en 1960 en la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, se dedicó a filmar cortometrajes y programas de televisión, Junto a sus amigos John Russo y Russell Streiner monta una productora para rodar anuncios, hasta que harto, el trío decide dar un salto a lo grande y producir en Pittsburgh una película de terror, inspirada en una de las mejores novelas del siglo XX, Soy leyenda, de Richard Matheson.

No se complicaron la vida gracias a una historia muy sencilla, en blanco y negro, con un pueblo invadido por zombis caníbales. En La noche de los muertos vivientes hay sangre, como imponía el creador del cine gore Herschel Gordon Lewis, pero también acción y un claro mensaje político a través de un héroe afroamericano que morirá asesinado por error por un policía. La película se estrenó en unos pocos autocines y pronto prendió la mecha en sus seguidores: Craven la vio en una sala de Times Square, Carpenter en Los Ángeles y Dario Argento, que entonces trabaja como crítico de cine, en Roma. Los tres se dieron cuenta de todo el trasfondo que escondía aquel filme, en el que por cierto nunca se mencionaba la palabra zombi. Para Cahiers du cinéma lo prodigioso se escondía en su grito de guerra político sobre el racismo en EE UU.

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