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El COVID prolongado debe ser tratado como una enfermedad neurológica, advirtieron científicos de EEUU
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- Category: Vida y Salud
- Publicado: 20 Febrero 2023
- Escrito por Jatziry Miranda
El COVID prolongado o long COVID es una condición en la que los síntomas persisten durante al menos tres meses después de la infección por el virus SARS-CoV-2 y ahora los científicos saben que pueden durar años. El síndrome es conocido por los médicos como secuelas posagudas de COVID-19 o PASC, por sus siglas en inglés.
Los síntomas son dolor, fatiga extrema y niebla mental, o dificultad para concentrarse o recordar cosas. Esta secuela se evidenció como muy importante, ya que, según datos de Estados Unidos, a partir de febrero de 2022, se estimó que el síndrome afectaba a unos 16 millones de adultos en en ese país y había obligado a entre 2 millones y 4 millones de estadounidenses a abandonar sus trabajos.
Una situación que causó preocupación es que es muy frecuente en personas jóvenes sanas y puede seguir a una infección inicial leve. De todas formas, el riesgo mayor de sufrir PASC está entre los adultos que debieron ser hospitalizados al contraer COVID-19, lo mismo que los fumadores, las personas con obesidad o las que padecen enfermedades autoinmunes. La vacunación parece reducir el peligro, pero no previene por completo el COVID prolongado. Un estudio que fue llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Azrieli de la Universidad Bar-Ilan de Israel, demostró que la vacunación con al menos dos dosis de las vacunas de plataforma de ARN mensajero reduce la mayoría de los síntomas a largo plazo que los individuos declaran meses después de contraer la infección por el coronavirus.
La neurocientífica relató el caso de Tara Ghormley, una persona que de joven siempre se destacó como la mejor de su clase en la escuela secundaria, se graduó summa cum laude de la universidad y obtuvo los máximos honores en la facultad de veterinaria. Luego completó un riguroso programa de capacitación y construyó una exitosa carrera como especialista en medicina interna veterinaria. En marzo de 2020 se infectó con el virus SARS-CoV-2. Fue el caso número 24 en la pequeña ciudad costera del centro de California en la que vivía en ese momento, cerca del sitio de un brote inicial de la pandemia de COVID-19. Casi tres años después de aparentemente eliminar el virus de su cuerpo, Ghormley todavía sufre. Se agota rápidamente, los latidos de su corazón se aceleran repentinamente y pasa por períodos en los que no puede concentrarse o pensar con claridad. Todavía pasa la mayor parte de sus días libres descansando en la oscuridad o yendo a sus muchas citas médicas. Su infección temprana y los síntomas continuos la convirtieron en una de las primeras personas en Estados Unidos en padecer COVID prolongado.
El virus podría permanecer en el cerebro durante meses, según una investigación realizada en los NIH e informada en Nature en diciembre de 2022. Un grupo de expertos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos encontró que el virus se puede propagar por todo el organismo, incluido el cerebro, y que, en algunos cuadros, puede permanecer hasta ocho meses en el cuerpo. “Demostramos la replicación del virus en múltiples sitios no respiratorios durante las dos primeras semanas posteriores al inicio de los síntomas”, señalaron los investigadores en el trabajo, que fue publicado en la revista científica Nature.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos estadounidenses analizaron muestras de tejido en el sistema nervioso de las autopsias de 44 personas que fallecieron por COVID y que no estaban vacunadas contra el virus. Posteriormente, observaron que el SARS-CoV2 dañó principalmente los pulmones y las vías respiratorias, pero también hallaron rastros virales en 84 lugares distintos del organismo, como por ejemplo el hipotálamo, el cerebelo, la médula espinal y los ganglios basales.
Otros dos estudios, ambos publicados el año pasado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos mostraron evidencia de que el SARS-CoV-2 puede infectar a los astrocitos, un tipo de célula de soporte neural, que ingresa a través de las neuronas en la piel que recubre la nariz.
Además, un pequeño estudio dirigido por Joanna Hellmuth, neuróloga de la UCSF, encontró que los pacientes con síntomas cognitivos tenían anomalías relacionadas con el sistema inmunitario en el líquido cefalorraquídeo, mientras que ninguno de los pacientes sin síntomas cognitivos las tenía. En la reunión de 2022 de la Society for Neuroscience, Hellmuth informó que había observado marcadores inmunitarios más específicos en personas con síntomas cognitivos y descubrió que algunos pacientes tenían un nivel elevado de VEGF-C, un marcador de disfunción endotelial. Las concentraciones más altas de VEGF-C están asociadas con niveles más altos de células inmunitarias que ingresan al cerebro, dice, y “no están haciendo su función normal de mantener la barrera hematoencefálica, están distraídos y quizás activados. Aunque los estudios son pequeños, agregó Hellmuth, revelan “distinciones biológicas reales e inflamación en el cerebro. Este no es un trastorno psicológico o psicosomático; este es un trastorno neuroinmune”.
Cuando se le preguntó a Torgerson qué mantiene al sistema inmunológico en modo de ataque, consideró que “una opción es que haya desarrollado autoinmunidad”, en la que los anticuerpos producidos por el sistema inmunitario para combatir el virus también marcan las propias células de una persona para el ataque inmunitario. La respuesta al virus “activa la autoinmunidad, y eso no mejora incluso cuando el virus desaparece”, estimó. Varios estudios han encontrado evidencia de componentes autoinmunes llamados autoanticuerpos que interactúan con las células nerviosas en personas con COVID prolongado.
En cuanto a la posibilidad de un tratamiento, “si se trata de un proceso inflamatorio mediado por macrófagos... la inmunoglobulina intravenosa podría hacer una diferencia [para] amortiguar los macrófagos”, dijo Nath. El tratamiento, denominado IVIg, contiene un cóctel de proteínas y anticuerpos que pueden mitigar una respuesta inmunitaria hiperactiva. La IgIV también se puede usar para bloquear autoanticuerpos. Y una terapia llamada rituximab que se dirige a las células B productoras de anticuerpos proporciona “una terapia comprobada para muchos síndromes mediados por autoanticuerpos”, agregó Nath.
Otra posibilidad sería usar corticosteroides para amortiguar la actividad inmunológica por completo, aunque esos medicamentos solo se pueden usar por un tiempo limitado. “Ese es un enfoque de martillo, y puedes ver si hace la diferencia. Al menos te da una idea de que sí, es un fenómeno mediado por el sistema inmunológico, y ahora necesitamos encontrar una mejor manera de abordarlo”, remarcó Nath en el artídulo de Sutherland.
Si el virus persiste de alguna forma, los medicamentos antivirales podrían eliminarlo, lo que podría ayudar a resolver los síntomas neurológicos. Esa es la esperanza de los científicos que realizan un ensayo clínico de Paxlovid, el medicamento antiviral de Pfizer para el COVID agudo.
Con información tomada de: https://www.infobae.com/america/ciencia-america/2023/02/18/el-covid-prolongado-debe-ser-tratado-como-una-enfermedad-neurologica-advirtieron-cientificos-de-eeuu/