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Aniversario del nacimiento de Isidro Fabela, 29 de junio de 1882

isadro fabela

 Nació el 29 de junio de 1882 en una casona contigua a la catedral de Atlacomulco, Estado de México. Sus padres fueron Trinidad Fabela y Guadalupe Alfaro, dueños de la hacienda El Salto. Inició su primaria en la ciudad de Toluca. Cuando en 1891 su familia se trasladó a la ciudad de México, Fabela ingresó a la Escuela de Párvulos, en donde fue condiscípulo de Antonio Caso y José Clemente Orozco, entre otros niños que se convertirían en personajes distinguidos. En 1895 entró a la Escuela Nacional Preparatoria, en donde convivió con otros jóvenes brillantes como José Vasconcelos, Adolfo de la Huerta y Alfonso Cravioto. Fabela fue de los alumnos que obtuvieron la Medalla de Oro por su aprovechamiento. A partir de entonces formó parte del “Grupo Preparatoriano de 1900”, al que también perteneció Alfonso Reyes.

Ingresó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y bajo la inspiración de Rodolfo Reyes, su maestro de Derecho Constitucional, cobró conciencia de la dictadura de Porfirio Díaz. Se graduó de abogado con la tesis “Excepciones Dilatorias” en 1908. Al año siguiente, para desarrollar su vocación de escritor, fundó y se incorporó a varios círculos literarios, como el Ateneo de la Juventud, en el que fue elegido secretario de actas.

Ejerció su profesión de abogado en el despacho Cansino y Riba, y fue representante jurídico de la National Security Company de Nueva York y de Teléfonos Ericsson.

Hacia 1910, se unió al movimiento maderista como miembro del Club Liberal Progresista, que sostenía la candidatura de Madero mediante su periódico La Verdad, en el que Fabela incursionó en el periodismo, actividad que ejercería toda su vida. Ese mismo año se inició como profesor de derecho mercantil, Historia de México y comercio.

En 1911, comenzó su trayectoria en el sector público como jefe de los defensores de oficio del Distrito Federal y del Consejo Técnico de la Penitenciaría.

En 1912 fue diputado por Ixtlahuaca, Estado de México. Perteneció al grupo renovador, ala revolucionaria y progresista de aquel momento en la Cámara de Diputados, pero solicitó y obtuvo licencia para ser oficial mayor del gobierno de Abraham González en Chihuahua. Ahí continuó su labor docente en el Instituto Científico y Literario.

En febrero de 1913, gestionaba en la ciudad de México la autorización para reclutar fuerzas auxiliares con cargo al gobierno de Chihuahua, cuando lo sorprendieron la “decena trágica” y los asesinatos de Madero, Pino Suárez y del propio Abraham González. Entonces se reincorporó a la Cámara de Diputados para combatir a Victoriano Huerta. Después de tomar esta decisión, le escribió a su padre: “Tú me enseñaste el concepto del honor, de la dignidad y del patriotismo; y por eso estoy aquí para honrar el nombre que me diste, para hacer respetar la dignidad de México y la mía propia, y también porque no concibo que un representante del pueblo como yo lo soy, se cruce de brazos y acepte como buenos y legales los hechos consumados en toda la República por un soldado traidor que trata de retrogradar la política del país”…

En la noche del día 1º de mayo siguiente, Fabela habló en el Teatro Xicoténcatl (después Iris) en apoyo de la manifestación obrera realizada por la mañana, en demanda de la jornada de ocho horas y el descanso dominical; también rindió homenaje a Madero. Dos días después pudo huir a La Habana, Cuba, en donde publicó un artículo contra el dictador; siguió a Nueva York y finalmente, llegó a Piedras Negras, Coahuila. Ahí colaboró con el general Pablo González en su estado mayor y como abogado consultor. En el periódico El Demócrata exhortó a los diputados a unirse a Carranza y no contribuir a dar la apariencia de legalidad a la dictadura.

José María Maytorena, gobernador de Sonora, lo nombró oficial mayor y lo comisionó para recibir a Carranza en Hermosillo. En ese acto, Fabela le expresó al Primer Jefe: “no vine a servir al Estado…sino a la revolución”. Carranza lo nombró jefe del departamento diplomático, después oficial mayor y el 18 de diciembre de 1913, le encargó el despacho de Relaciones Exteriores. Fue entonces cuando Carranza tuvo que resistir las amenazas del agente especial norteamericano de intervenir en México, rechazar el derecho de intervención extranjera en los asuntos internos mexicanos y advertir a Estados Unidos que en caso de ataque, se defendería el territorio nacional hasta el último mexicano.

Como encargado de las relaciones exteriores, Fabela tuvo que sujetar al derecho internacional las reclamaciones de los gobiernos extranjeros por daños causados a sus nacionales con motivo de la revolución, entre ellos los casos del inglés William Benton y del norteamericano Gustave Bausch, fusilados por Francisco Villa. Y lo más importante, hacer frente a la ocupación norteamericana del puerto de Veracruz el 21 de abril de 1914, efectuada con el pretexto de la detención temporal en Tampico de marineros norteamericanos, pero que en realidad trataba de presionar a Carranza y de impedir el desembarco de armamento destinado a Huerta. A pesar de que le favorecía la invasión, la respuesta de Carranza, redactada por Fabela, fue que se habían vulnerado los principios fundamentales del derecho, que el constitucionalismo no podía apoyarse en las armas extranjeras, y que tampoco le correspondía a un gobierno extranjero atacar a Huerta, por lo que exigió la evacuación incondicional e inmediata del puerto. Carranza aceptó los buenos oficios de Argentina, Brasil y Chile en la solución del conflicto, pero no la suspensión de hostilidades entre constitucionalistas y huertistas, ya que el conflicto internacional era independiente de la guerra civil interna; además, rechazó cualquier injerencia extranjera en asuntos que sólo competen a los mexicanos. Por su parte, los Estados Unidos aceptaron las conferencias de Niágara Falls, que tuvieron lugar del 20 de mayo al 30 de junio, con la “intermediación” de Argentina, Brasil y Chile. Pero no lograron doblegar ni a Huerta, que no renunció, ni a Carranza, que condenó la invasión; además, los armamentos para Huerta cuya entrada se intentaba impedir, de todos modos ingresaron al país por la aduana de Progreso.

Tras la rendición de Huerta, Carranza insistió en la desocupación inmediata del puerto, dado que la situación ya era otra. El 15 de septiembre siguiente, el presidente estadounidense Wilson, anunció el retiro de sus tropas. Así lo hicieron, pero hasta el 23 de noviembre. Ese día, Fabela y el general Cándido Aguilar reintegraron el puerto al territorio nacional por tierra y los cañoneros Bravo y Zaragoza por mar.

Otro caso en que Fabela hizo frente, con gran dignidad, a las presiones del representante norteamericano Stillman, fue con motivo de la expulsión de los diplomáticos inglés, Sir Lyonel Carden, y belga, Paul Hay, por haberse inmiscuido en asuntos internos de México al brindar apoyo al gobierno de Huerta.

El 10 de diciembre siguiente, Fabela salió a Europa para restablecer relaciones con algunos gobiernos que, como el de Gran Bretaña y España, habían reconocido al dictador Huerta. En plena guerra mundial en Europa, Fabela se dedicó a reorganizar embajadas y consulados, así como a promover el reconocimiento del gobierno carrancista y propagar los ideales internacionales de la revolución mexicana, llamados Doctrina Carranza: “Todos los Estados son iguales ante el Derecho, ningún país tiene derecho a intervenir en los asuntos internos o externos de otros; nacionales o extranjeros deben ser iguales ante la soberanía del Estado en que se encuentren; la diplomacia debe velar por los intereses generales de la civilización pero no debe servir para la protección de intereses particulares… La diplomacia debe velar por los intereses generales de la civilización y por el establecimiento de la confraternidad universal; no debe servir para la protección de intereses particulares, ni para poner al servicio de éstos la fuerza y la majestad de las naciones, tampoco debe servir para ejercer presión sobre los gobiernos de países débiles, a fin de obtener modificaciones a las leyes que no convengan a los nacionales de países poderosos”.

El 19 de octubre de 1915, la presidencia de Carranza fue reconocida de facto por Estados Unidos, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. El 8 de enero de 1916, Fabela fue acreditado ante esas naciones sudamericanas como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario. Fue así que viajó por esos países presentando sus credenciales a los gobiernos, difundiendo los principios revolucionarios mediante diversos artículos publicados en los diarios de esas naciones y reorganizando embajadas y consulados. A su paso por Lima, invitó a José Vasconcelos, desterrado en esa ciudad, a regresar a México olvidando las antiguas divisiones. Vasconcelos no aceptó.

El 3 de noviembre de 1917, se le ordenó regresar a México para que desempeñara una nueva misión en Europa, que al parecer consistía en aceptar un préstamo de cien millones de pesos de Alemania, a cambio de concesiones menos onerosas que las exigidas por los norteamericanos. En esa época de guerra mundial, a pesar de las presiones alemanas y norteamericanas para que México se aliara con alguna de estas potencias, Carranza decretó la neutralidad y exhortó a los países latinoamericanos a seguir su ejemplo. Por eso Fabela sufrió cierta hostilidad de los agentes ingleses y norteamericanos que creían que México simpatizaba con los alemanes debido al telegrama Zimmermann. El 22 de abril de 1920 presentó sus cartas credenciales ante el gobierno alemán como nuevo embajador de México. El crédito no llegó a concretarse. En realidad fue una maniobra de Carranza para contrarrestar las presiones norteamericanas. En ese entonces escribió: “Los Estados Unidos, cuna de libertades son hoy -1918- una de las naciones más imperialistas del mundo. En contra del parecer de una gran masa de ciudadanos estadounidenses, antiimperialistas sinceros, se ha realizado este cambio porque las palabras de muchos representantes de este gran pueblo norteamericano, son palabras libertarias, pero sus hechos son liberticidas”.

En mayo de 1920, desde Alemania, Fabela protestó ante el Congreso de la Unión y la Suprema Corte de Justicia por el asesinato de Carranza. Asimismo, se negó a obedecer órdenes de Pablo González, quien le comunicó que había asumido la presidencia y le ordenó que se comunicara con Juan Sánchez Azcona, nuevo secretario de Relaciones Exteriores. Fabela le contestó: “Es usted un soldado rebelde que ha hecho con el presidente Carranza lo mismo que hiciera el traidor Huerta con el presidente Madero. Absténgase de darme órdenes que no acataré”. Finalmente, Miguel Covarrubias, nuevo responsable de la diplomacia mexicana durante el gobierno de Adolfo de la Huerta, procedió a cesar a Fabela el 1º de julio de 1920. Fabela entregó la legación después de contraer matrimonio con Josefina Eisermann.

Con información tomada de: 

https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/FAA82.html