Las gafas de protección solar forman parte de nuestra vida, se han convertido en un accesorio de moda y todo el mundo las usa. Pero no debemos olvidar nunca que su principal misión sigue siendo proteger nuestros ojos de los rayos solares. Fue precisamente ese el motivo de su invención hace más de 12 mil años según algunas teorías.

Y es que, aunque parezca mentira, el primer utensilio que un humano acopla a sus ojos para protegerlos de los rayos del sol se remonta a la prehistoria. Fueron los esquimales los que crearon el primer antecedente de la gafa solar debido a un mal que les aquejaba con frecuencia, La Ceguera de las Nieves.

Los pueblos Nuit sufrían ese mal debido a su entorno glaciar. Esa atmosfera tan clara, y el gran poder reflectante de la nieve facilitaba la llegada de los rayos ultravioletas directamente a sus ojos. Así que los esquimales comenzaron a fabricar toscos anteojos rudimentarios que les protegiesen los ojos y evitasen los deslumbramientos.

Los fabricaban con huesos de animales, cuerno de caribú, madera y marfil. Eran una especie de tira plana que tapaba los ojos, a la cual le realizaban dos pequeñas hendiduras para ver, lo que hacía que se restase gran parte de la luminosidad ambiental y evitaba los problemas de visión posteriores de una manera efectiva. Las sujetaban a su cabeza con tiras de piel de ballena o con tendones de animales.

A pesar de que no llevaban cristales se las considera como las primeras gafas de sol utilizadas por el hombre. Lo cierto es que el hecho de que careciesen de cristales era una ventaja puesto que ni se empañaban, ni se congelaban.

Sencillas pero muy efectivas, su invención contribuyó a la supervivencia de este pueblo que sobrevive en uno de los climas más duros y extremos del planeta.