Los equipos de protección respiratoria (como máscaras, mascarillas, boquillas o mascarillas autofiltrantes) están destinadas a proteger el sistema respiratorio de la inhalación de partículas nocivas de la atmósfera ambiental. Dichas mascaras o mascarillas basan su funcionamiento en la buena estanqueidad entre la cara del usuario y el propio equipo de protección respiratoria. Pero hay varios factores que pueden influir en el buen ajuste facial de las mascarillas y uno de ellos es el vello facial.

Para que puedan proteger al usuario es necesario un correcto ajuste facial y barbas, bigotes o perillas inadecuados pueden impedir un buen ajuste del equipo de protección, lo que le restaría eficacia y por tanto mermaría la protección.

Según varios estudios en los que se han efectuado pruebas de ajuste, que permiten calcular la eficiencia con la que el adaptador facial es capaz de formar un sello con la cara de un individuo, se ha concluido que para que la mascarilla proteja con total eficacia hay que tener la cara limpia, seca y libre de vello antes de colocarse la mascarilla. Entendiéndose por libre de vello, un afeitado previo realizado en las 8 horas previas al turno de trabajo.

Y es que la existencia de vello en la cara, especialmente en zona de contacto entre la mascarilla y la piel, impide la estanqueidad perfecta del conjunto y disminuye la eficacia de la mascarilla, siendo menor cuanto mayor cantidad de vello facial exista. Además, si el respirador tiene válvula de exhalación, algunos estilos de bigote o de barba podrían interferir con el correcto funcionamiento de la válvula, si el vello facial entrase en contacto con ella.

Por estos motivos y de forma general, los trabajadores que utilicen estos equipos de protección, no deben tener barba poblada, pudiendo dejarse un pequeño bigote o perilla siempre que quede dentro de la mascarilla y no interfiera en la zona de contacto entre el perímetro del equipo y la cara.