Según la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la Agricultura (FAO), mil 300 millones de toneladas de alimentos se desperdician anualmente. Esta cantidad, obtenida de la suma de todas las pérdidas, en la cadena de producción y consumo, llega a representar un tercio de la cantidad total de alimento producido mundialmente.

Esta impresionante cantidad de desperdicio en alimentos no sólo provoca grandes pérdidas económicas, sino además un grave daño al medio ambiente. Repercutiendo en factores como la biodiversidad y la calidad y disponibilidad del agua y el suelo. Además de que aumenta de manera innecesaria la cantidad de gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera, contribuyendo así a la modificación del clima.

La cantidad de alimentos per cápita desperdiciada en Europa y América del Norte es de 95 a 115 kg/año por consumidor, mientras que esta cifra se reduce a entre 6 y 11 kg/año en el África subsahariana y Asia meridional y sudoriental.

 Estas tendencias muestran la desigualdad de acceso a los alimentos, que queda mucho más explícita si se considera que dicho desperdicio sucede al tiempo en que 870 millones de personas pasan hambre todos los días, la gran mayoría en Asia y África; que 3.1 millones de niños mueren cada año por desnutrición; y que 2.8 millones de personas mueren anualmente por enfermedades relacionadas con la obesidad, el 65% de ellas viviendo en países donde la obesidad mata más personas que la desnutrición.