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¿Estamos listos para el dron autónomo que toma selfis?
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- Category: Hi Tec
- Publicado: 13 Mayo 2018
- Escrito por Miguel Manjarrez
Fuente: New York Times en Español
El año es 2035, el otro bando ganó la segunda guerra civil estadounidense y estás metido en un montón de problemas con el procurador general Logan Paul —el creador de videos en YouTube— (el futuro es muy problemático). Paul ha enviado al cielo un ojo que todo lo ve para seguirte, una máquina voladora y ligera equipada con trece cámaras que viaja a una velocidad máxima de 40 kilómetros por hora.
El dron conoce tu rostro, tu forma de caminar y tu vestimenta. Flota de forma persistente detrás de ti, se mueve cuando tú lo haces, se detiene cuando te detienes, pone resistencia ante cualquier intento de quitártelo de encima. Corres al bosque, pero ni siquiera así lo puedes burlar.
¿Ahora qué? Recorta este artículo y guárdalo a manera de guía para sobrevivir nuestro futuro en el aire. La semana pasada, en un parque boscoso de San Francisco, tuve un encuentro justamente con uno de esos drones voladores automatizados y solo hallé un truco para escapar. Pista: involucraba la humillación de correr en repetidas ocasiones alrededor de un árbol.
Como el tonto desafortunado que estaba en su mira, te diré esto: que te siga una máquina voladora de trece ojos provoca que te concentres.
Skydio es la empresa emergente que creó el dron que me persiguió: el R1. Su precio de venta es 2499 dólares y comenzará a enviarse a los clientes en dos o tres semanas, según la empresa. Es lo más cercano a un dron completamente autónomo que se pueda comprar en la actualidad.
Durante mucho tiempo, se han promocionado los drones autónomos, pero hasta hace poco tiempo solo habían llegado hasta ahí. La tecnología que tiene la máquina de Skydio sugiere un nuevo camino. Los drones que vuelan solos están llegando más rápido de lo que se esperaba, ya sea para seguir a la gente con el fin de tomarles fotos en exteriores, la utilidad que pretende darles Skydio, o para una gran cantidad de usos como entregas de productos, monitoreo y vigilancia.
Lo más probable es que se vuelvan más baratos, pequeños y capaces. Estarán por todos lados, seguramente más pronto de lo que podremos adaptarnos a ellos.
La mayoría de los drones dirigidos a los consumidores dependen hasta cierto grado de la automatización en el vuelo. DJI, la empresa china que produce drones y lidera una buena parte del mercado, fabrica dispositivos que pueden esquivar obstáculos y rastrear objetivos.
Sin embargo, estas funciones suelen estar lejos de ser perfectas y tienen un mejor desempeño en áreas abiertas. En esencia, todos los drones del mercado necesitan un piloto.
“En nuestra opinión, casi todos los casos de uso para los drones serían mejores si fueran autónomos”, afirmó Adam Bry, el director ejecutivo de Skydio.
Bry y Abe Bachrach —quienes se conocieron mientras eran estudiantes de posgrado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y posteriormente arrancaron el programa de drones de Google— fundaron Skydio junto con Matt Donahoe, un diseñador de interfaces.
En 2014, con financiamiento de la firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz, la empresa comenzó a trabajar en lo que sería el R1. Desde entonces, Skydio ha reunido 70 millones de Andreessen y varios otros inversionistas, entre ellos Institutional Venture Partners, Playground Global y el basquetbolista Kevin Durant.
El objetivo fundamental de Skydio era crear un dron que no necesitara piloto. Cuando lanzas el R1 por medio de una aplicación de teléfono inteligente, se coloca el objetivo enfrente del dron, después se selecciona a la persona que está en la pantalla y ya la tiene en la mira. También se puede elegir uno de varios “modos cinemáticos”, los cuales especifican la dirección desde donde el dron intentará grabar a su objetivo (incluso puede predecir el camino que vas a seguir y estar delante de ti para tomarte una selfi de frente).
Después de despegar, ya no se usan las manos. El dron opera de manera independiente. En un vuelo de ocho minutos a través de un sendero boscoso con algunos corredores y perros, vi cómo el R1 seguía a su objetivo con una determinación escalofriante, mientras esquivaba todos los obstáculos como lo hubiera hecho de forma natural un piloto humano experimentado y nunca necesitó ayuda. Solo una vez perdió a su objetivo —yo—, pero en verdad tuve que esforzarme para que sucediera.
Pero ha llegado el momento de las advertencias: la tecnología de Skydio está lejos de ser perfecta. No funciona bien cuando las condiciones climáticas son malas ni de noche. También requiere un procesador muy poderoso, el cual devora la vida de la batería; el R1 brinda dieciséis minutos de vuelo, en comparación con cerca de veinte de los drones de la competencia (pero el envío incluirá dos baterías, lo cual permitirá que realice otro vuelo después de cambiarla velozmente).
El dron de Skydio también está entrando en un mercado abarrotado que no ha sido amable con sus nuevos integrantes. En los últimos años, un desfile de empresas emergentes que fabrican drones ha quedado en la lona, pues no han sido capaces de competir con la innovación técnica y la escala de manufacturación de DJI.
Algunos de los desastres más espectaculares, como el de la empresa emergente Lily, involucraron promesas exageradas y la incapacidad de generar funciones autónomas. Los fundadores de Skydio aseguran que se han preparado para evitar esos errores. La empresa me mostró la línea de montaje en sus oficinas centrales ubicadas en Redwood City, California, donde los equipos de técnicos están terminando a mano los R1 que están listos para producción. La operación a pequeña escala tiene como objetivo garantizar la calidad, pero tiene un costo. El Mavic Air, el último dron de DJI, el cual cuenta con una gran cantidad de funciones y ha recibido buenas reseñas, cuesta 800 dólares, una tercera parte del precio del R1.
“Comprendo que esta tecnología es mucho más inteligente, pero no estoy segura de que sea lo suficiente como para derrotar al gigante que representa DJI”, comentó Sally French, una periodista que da cobertura a la industria de los drones en su sitio web, The Drone Girl. La semana pasada también le mostraron un avance del R1.
Sin importar qué suceda con Skydio como empresa, lo más probable es que su gusto por la tecnología autónoma se vuelva ubicuo. En esencia, Skydio ha alcanzado la autonomía gracias a cuán maravilloso es el software y no el hardware. El software tiene posibilidades de ser mejor y más barato con bastante rapidez.
Las computadoras tienen dos formas básicas de procesar el mundo visual: pueden utilizar solo cámaras o también pueden usar sensores de profundidad, como los láseres o radares, que determinan con precisión dónde se encuentran los objetos en el espacio. La mayoría de los sistemas que tienen los vehículos autónomos utilizan sensores con láseres, conocidos como lídar, un disco giratorio que se encuentra en el techo de los autos y se parece a un gorrito con hélices. Lídar fue la tecnología clave que se debatió en la demanda sobre secretos industriales que impuso Waymo en contra de Uber (pleito en el que ya se llegó a un acuerdo). Durante el juicio, salió a la luz una nota de Travis Kalanick, el exdirector ejecutivo de Uber, en la enfatizaba en la importancia de lídar: “El láser es lo mejor”, escribió.
No obstante, para Skydio, el láser no fue lo mejor. Los láseres no solo son caros, sino también pesados y voluminosos (por esta razón, a Elon Musk tampoco le encanta la tecnología). Mientras tanto, las cámaras abundan y son baratas. Hace varios años, Skydio hizo una apuesta: solo utilizaría cámaras que colocaría en pares a manera de ojos en cada lado del dron y mantendría la esperanza de que tuvieran una precisión parecida a la de los láseres por medio de las técnicas de inteligencia artificial, siempre perfectibles.
“Un ave no necesita un lídar para volar”, me comentó Bry.
El plan funcionó mejor de lo que esperaba el equipo. Skydio señaló que, debido a que una técnica de inteligencia artificial conocida como aprendizaje profundo ha mejorado mucho más rápido de lo que habían predicho los directivos, la tecnología ha logrado progresar más de lo que se esperaba en tareas clave de percepción y Bry mencionó que esta seguía avanzando.
Esto implica omnipresencia. Mientras veía cómo el R1 seguía a Bry, retrocedí la escena en mi cabeza: ¿qué sucede cuando decenas o cientos de corredores, ciclistas, esquiadores, senderistas y turistas comienzan a configurar sus propias GoPro de vuelo autónomo para grabarse a ellos mismos? Nuestra sociedad ha demostrado ser esclava de la fotografía: si puedes hacer volar una cámara y que te tome una foto cuando llegas a la cima, ¿quién no va a hacerlo?
Es probable que ni siquiera haya regulaciones que estén preparadas para el R1. Colin Snow, un analista de la industria de los drones, me aseguró que las regulaciones federales piden a los usuarios que mantengan los drones en su campo visual, y un dron que te sigue técnicamente no está en tu campo visual.
Bry puso en entredicho esta descripción. Argumentó que las regulaciones permitían que los drones estuvieran fuera del campo visual durante periodos breves, siempre y cuando el vehículo no interfiriera con una aeronave tripulada.
En cuanto a las otras disrupciones sociales que podrían provocar los drones autónomos, Bry fue precavido. “Obviamente, les pedimos a nuestros usuarios que sean responsables”, agregó.
Lo cual me lleva a mi plan de escape. ¿Cómo burlas a un R1 que tiene la instrucción de seguirte? Esto me funcionó: encuentra un árbol, corre alrededor de él de una manera muy precisa, a una velocidad que baste para quedar justamente del lado opuesto del dron, con el fin de que el tronco del árbol bloquee su visibilidad unos cuantos segundos cada vez. Si lo haces con mucha exactitud, el bicho te perderá, se parará en seco, confundido.
El único problema es que no creo que este truco sirva por mucho tiempo.
https://www.nytimes.com/es/2018/02/19/dron-autonomo-skydio/?smid=fb-espanol&smtyp=cur