El 19 de septiembre de 1783 durante el reinado de Luis XVI de Francia y para su entretenimiento, el de la reina María Antonieta y algunos aristócratas, ocurrió un suceso poco conocido e hito de la historia de la aviación que poco a poco ha ido quedando en el olvido.

La misión consistió en el lanzamiento de un globo aerostático tripulado inflado por aire caliente proveniente de la combustión de madera y paja manufacturado por los hermanos Montgolfier, al cual llamaron Marcial y realizó un vuelo con un desplazamiento de poco más de 4 kilómetros desde su punto de partida, los jardines del Palacio de Versalles, con una duración de 8 minutos. ¿Por quienes estaba conformado el equipo de pioneros? Nada más y nada menos que por un pato, una gallina y una cabra, quienes dieron un pequeño paso para los animales domésticos, pero un gran salto para el reino animal.

 El aterrizaje fue en el bosque Vaucresson y el “equipo de rescate” compuesto por jinetes recuperó a los tripulantes, los cuales solo estaban traumatizados por la experiencia, pero los reportaron como sanos y salvos.

Cabe mencionar que esta fue la segunda demostración que el par de hermanos inventores realizaron de este experimento, habiendo sido el primero durante el 4 de junio de ese mismo año para la Academia Francesa de Ciencias, donde hicieron el lanzamiento de un dispositivo idéntico sin tripulación.

¿Cuál fue el destino de estos intrépidos e involuntarios pioneros? Tristemente, ser la cena del rey y sus invitados ya que, al ser presentados ante este y sus acompañantes, ordenó que los llevaran de inmediato a las cocinas reales.